viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Qué fue antes el genio o su cerebro?


Cuando murió en 1955, el hijo de Albert Einstein dio permiso al patólogo que le hizo la autopsia para preservar el cerebro de su padre antes de incinerar el cuerpo. El órgano del genio fue entonces 'loncheado' en 240 bloques que, a su vez, se laminaron en 2.000 secciones finísimas para ser conservadas y estudiadas.
El encargado de extraer el cerebro más brillante de la historia, Thomas Harvey, tomó fotografías de los 240 bloques antes de laminarlos y repartir las muestras a otros 18 investigadores de todo el mundo con el objeto de estudiar el motor de su genio. Sin embargo, muchas de aquellas muestras se perdieron con el tiempo y apenas se han publicado seis estudios en todo este tiempo sobre la anatomía del cerebro de Einstein. Harvey murió antes de poder publicar las fotografías en el libro que tenía previsto escribir sobre el cerebro del padre de la teoría de la relatividad.
A partir de imágenes originales e inéditas tomadas por el propio Harvey (cuya familia las donó al morir al Museo Nacional de Medicina de Washington), la revista 'Brain' publica uno de esos pocos análisis que trata de desentrañar los secretos del cerebro más famoso y desconocido de la historia.
Comparándolo con los cerebros de otros 85 individuos corrientes, un equipo de la Universidad de Florida (EEUU) concluye ahora que no se trata de un cerebro más grande que el de cualquiera (1.230 gramos), pero sí con algunas peculiaridades únicas.
Según concluye el equipo dirigido por el antropólogo Dean Falk, las 14 imágenes inéditas muestran un cerebro con más pliegues de lo habitual y ciertas regiones de materia gris más desarrolladas que otros individuos.
Por ejemplo, se observa un tamaño superior a la media en el caso de las regiones que transmiten los impulsos nerviosos a la lengua y el rostro; pero también en el córtex prefrontal, un rincón cerebral relacionado con la concentración y planificación. Hasta ahora, tanto la cantidad de materia gris como la complejidad de los pliegues cerebrales se han relacionado con un mayor cociente intelectual y más capacidades mentales gracias a mayores conexiones entre neuronas.
"En cada lóbulo, incluido el frontal, parietal y occipital, Einstein tenía regiones con complejas circunvoluciones (pliegues y arrugas)", subrayan los autores en declaraciones al diario 'The Washington Post'.
Sin embargo, esta observación no permite adivinar qué fue antes, si el genio o su cerebro. Es decir, los autores no se atreven a asegurar si Einstein nació con dichos pliegues extraordinarios y ciertas regiones cerebrales más grandes que la media o, por el contrario, su cerebro evolucionó y creció a partir de su intensa actividad intelectual.
El siguiente paso que planean los especialistas es comparar las imágenes del cerebro del genio alemán con los de otros físicos brillantes para comprobar si su excepcionalidad también se observa en otros intelectuales.
Extraído de ELMUNDO-NEUROCIENCIA

Hallan una molécula que obliga a las células cancerígenas a suicidarse



Científicos estadounidenses han descubierto una molécula que obliga a las células cancerígenas a comportarse como las sanas, lo que incluye su propia muerte cuando tienen algún problema, según un estudio publicado.

El hallazgo podría servir como base para una nueva terapia contra el cáncer, según explicó a Efe el genetista Adrian Krainer, del laboratorio «Cold Spring Harbor» de Nueva York, y autor principal del artículo que publica hoy la revista científica «Open Biology», de la Royal Society de Londres.
Los investigadores, que basaron su estudio en un tumor cerebral, descubrieron que las células cancerígenas provocan una mutación en el gen PK-M, que comienza a producir una proteína que estimula su crecimiento, a una velocidad mucho mayor que las sanas.

«Aparentemente, para que un tumor prolifere y sobreviva necesita una gran cantidad de esta proteína» que está presente sólo en las células cancerígenas, apuntó el investigador.
En el artículo publicado hoy, Krainer presenta una molécula con la que ha logrado detener la producción de esta proteína perjudicial en un glioblastoma -un tumor cerebral-, y ha conseguido que sus células malignas vuelvan a comportarse según los patrones de una célula sana.

Esto significa también que las células del tumor volvieron a respetar la apoptosis o muerte celular programada, un proceso por el que las células con problemas provocan su propia muerte.
El científico confía en que esta molécula sirva de base para nuevos tratamientos contra todo tipo de cánceres, pero reconoce que la investigación se encuentra en una fase muy temprana y aún es necesario medir su eficacia en ratones vivos y evaluar posibles efectos secundarios.

Extraído de ELMUNDO - ONCOLOGÍA